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miércoles, 19 de noviembre de 2014

Cinemafest y Los orígenes del cine en San Luis


Esta ha sido una semana de presentaciones. Hace unos días me tocó hablar en la proyección de La Reyna del Acocote. Ahora me pidieron moderar una mesa en torno a Los orígenes del cine en San Luis 1896 – 2014, texto de mi camarada Juan José Barrios.
Esto ocurre en el ámbito difuso de la primer edición del Cinemafest, festival de cine organizado por la Fundación 1896 y el Ayuntamiento de San Luis Potosí. Asistí y antes de comenzar la moderación leí este texto donde hablo un poco del folleto de historia del cine y otro tanto del festival.
 
 Antes que nada debo agradecer institucionalmente al Ayuntamiento de la Capital Potosina y personalmente a Carlos Reyes y a Juan José Barrios por invitarme a hablar en la presentación de Los orígenes del cine en San Luis 1896 – 2014.
No puedo abstenerme de hablar al menos un poco antes de iniciar la moderación de esta mesa. Me alegra estar aquí por el reconocimiento que implica la publicación de este suplemento, como le han llamado las autoridades municipales a este volumen de difusión de la historia.
Se trata del resumen de un trabajo fundamental para la historia regional del cine, la tesis de licenciatura de Juan José Barrios Los orígenes de la exhibición cinematográfica en San Luis Potosí 1896-1914 publicada hace 18 años, en 1996.
Si el pretexto para recuperar y reconocer esta obra es la realización del Cinemafest, pues entonces sea bienvenido el Cinemafest. Pero siento que estamos sin pertenecer, que llegamos a esta mesa pero no al corazón del evento.
Ha sido un poco repentina esta invitación, que reiteradamente agradezco. Por lo mismo me deja una sensación extraña. No he leído el texto tal y como quedó impreso, hace unos días vi un domi, es decir, el diseño editorial del mismo y he accedido a una copia del archivo texto redactado por Juan José Barrios.
No puedo dejar de decirlo. Parece que esta presentación es una especie de agregado, ya que no aparece en la programación oficial del Cinemafest ni ha sido promocionada con su cartelera en la prensa, al menos hasta el día de ayer. Aquí tengo las evidencias. Aunque bueno, tampoco se han promocionado por esa vía las actividades llamadas académicas. Si estamos en la prensa, pero a un ladito. Estamos sin estar.
No puedo emitir un juicio sobre el Cinemafest como me han pedido en redes sociales que lo haga. El evento apenas se está desarrollando y personalmente apenas y he podido asistir a un evento (a dos incluyendo éste).
Lo que puedo decir es que la iniciativa, apoyada por el Ayuntamiento capitalino, genera un profundo desasosiego entre los que hemos colaborado en otras iniciativas. Desde hace 5 años, en estas fechas, se realizaba el Rodando Film Fest, que tuvo que cambiar su calendario en esta ocasión. Hace unos meses se llevó a cabo, por tercera vez, el Festival de Cine México / Alemania, cuyo nombre “CineMA” fue abusivamente utilizado por el Cinemafest.
Quizá con esta presentación se pretenda resarcir este agravio, se puede suponer generado por una falta de sensibilidad por parte de las autoridades, que debieran conocer las actividades culturales de la ciudad, mismas con las que ellos han colaborado en más de una ocasión.
Espero que no haya detrás la voluntad de barrer con las actividades que no controla el gobierno, que no sea un intento de imponer un modelo de festival centrado en las alfombras rojas y no en las pantallas, concentrado en las estrellas y no en la reflexión desde y sobre el cine.
Hay especialistas en la actividad cultural que podrían evaluar mejor que yo el impacto de un festival de cine dirigido a todo el mundo. Por un lado podría ser una experiencia que atraiga a la gente al cine. ¿Pero a cuál cine? ¿Acaso no se llenan las salas comerciales los sábados y domingos en la tarde? O también puede ser que no atraiga a nadie. Las películas dejaron de ser para todo el público desde hace más de 50 años, han estado desde entonces atendiendo a nichos concretos de mercado.
Dicho esto, que era inevitable decirlo, me concentro en el texto de Juan José Barrios, que es una historia de las muchas que esperan escribirse, que trata de un aspecto de la economía fílmica que es la exhibición, es decir, del momento en que las películas llegan a las salas y el público llega al cine.
No es una labor menor trabajar un territorio tan especializado. Gracias a la concentración surgen datos duros, se ponen en duda consideraciones largamente aceptadas y se van construyendo miradas renovadas a los procesos históricos del cine y de la región.
Escribió Win Wenders que la ciudad inventó el cine para no morir de aburrimiento. En efecto. Juan José Barrios presenta un resumen de su tesis como los resultados de una investigación sobre la industria del entretenimiento al final del siglo XIX y a inicios del XX en San Luis Potosí.
Jamás cae en la idealización y ni siquiera en la nostalgia. La suya es una historia donde se suceden éxitos y fracasos de aquellos que quisieron hacer negocios con los inventos de Tomás Alva Edison y de los Hermanos Lumière en esta nuestra ciudad.
Quien quiera encontrar la evidencia inédita que demuestra que San Luis Potosí llegó a ser más importante que Hollywood (o que aquí se inventó el cine antes que en París) parte desde un error y llegará a un desengaño seguramente influido por un chovinismo mal entendido.
La actividad fílmica en San Luis era (y sigue siendo) periférica. Y eso por si no es malo. Simplemente es. Juan José Barrios hace esta recuperación histórica, que hoy volvemos a leer en un volumen para su difusión masiva, apelando a datos duros y verificables.
Quizá por ello lo mejor sea que esta presentación la arranque formalmente un historiador como Sergio Cañedo.

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