¿En qué radica la originalidad de una película como Club Sándwich
(México. 2013), el tercer largometraje de Fernando Eimbcke? Desde
Temporada de patos (México. 2004), su ópera prima, quedó claro que
estábamos ante un cineasta contenido, mas interesado en los
personajes que en la trama, en los estados de ánimo que en los
efectos de la anécdota y en la retórica de la imagen.
Eimbcke reduce al mínimo la historia de Club Sándwich. Madre e hijo
llegan a pasar sus vacaciones en un hotel semi vacío. Ella es Paloma
(María Renée Prudencio) quien podría tener cuarenta años pero
aspira a ser una moderna madre soltera con todo y un piercing en el
rostro. Él es Héctor (Lucio Giménez Cacho) y es un adolescente
aparentemente desapegado de su propia imagen, que prefiere usar unas
trusas que él mismo lava en la regadera que los bóxers que le
regala su madre.
El drama es muy simple, pero muy realista. Al crecer Héctor la
relación entre ambos deberá reinventarse. La tensión mientras
tanto se acumulará en silencio y se disparará cuando aparezca
Jazmín, interpretada por Danae Reynaud, a quien el director le
reserva una deliciosa escena donde baila mambo con gracia y
sensualidad natural.
Me imagino que Eimbcke trata de ser consecuente con esta historia tan
sencilla. Seguramente la escogió por que podría desarrollarla de
manera acorde a su contenido estilo personal. No me lo imagino
filmando una película de acción o de narcotráfico.
La de Eimbcke es la escuela de los directores donde más es menos:
Yasujirô Ozu, el japonés que jugaba con variaciones mínimas en las
anécdotas de mas de 50 películas; François Truffaut, el francés
que buscaba en la espontaneidad de sus actores el complemento para la
creación de sus personajes y Aki Kaurismäki, el finlandés que
disminuye las expresiones y encuentra lo humano en la comedia.
El estilo de filmación de Club Sándwich es casi estático. Con
excepción de los planos submarinos, la cámara está firme en el
piso. No se permite movimientos de ningún tipo. Tampoco se acerca
demasiado a los actores. Los confronta mas bien, en muchas ocasiones,
dejando que cada escena equivalga a un solo plano.
Según nos contaron las actrices y el director (para leer una reseña
de la exhibición de la película en San Luis denle clik aquí) éste
último les limitaba el acceso al guión, con la idea de que
surgieran espontáneamente las emociones.
Tampoco hay que olvidar que la película es una comedia. El tono
ligero obliga a eliminar cualquier exceso. Sólo al final el
personaje de Paloma rondará sola por el hotel en un tono patético
mas propio del melodrama, pero como el rompimiento es suave, jamás
perderemos la oportunidad de sonreír en esta película ante algo que
cualquiera podemos vivir.
Al igual que Paloma, Eimbcke deambula por pasajes poco visitados por
el cine mexicano, mas tendiente a la exageración y al exabrupto,
poco tendiente a sacar provecho de recursos estilísticos
autolimitados. El director, además, está construyendo una obra de
características constantes en lo temático y lo formal.
Particularmente yo aprecio a este tipo de cineastas.
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