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lunes, 24 de noviembre de 2014

Club Sándwich


¿En qué radica la originalidad de una película como Club Sándwich (México. 2013), el tercer largometraje de Fernando Eimbcke? Desde Temporada de patos (México. 2004), su ópera prima, quedó claro que estábamos ante un cineasta contenido, mas interesado en los personajes que en la trama, en los estados de ánimo que en los efectos de la anécdota y en la retórica de la imagen.
Eimbcke reduce al mínimo la historia de Club Sándwich. Madre e hijo llegan a pasar sus vacaciones en un hotel semi vacío. Ella es Paloma (María Renée Prudencio) quien podría tener cuarenta años pero aspira a ser una moderna madre soltera con todo y un piercing en el rostro. Él es Héctor (Lucio Giménez Cacho) y es un adolescente aparentemente desapegado de su propia imagen, que prefiere usar unas trusas que él mismo lava en la regadera que los bóxers que le regala su madre.
El drama es muy simple, pero muy realista. Al crecer Héctor la relación entre ambos deberá reinventarse. La tensión mientras tanto se acumulará en silencio y se disparará cuando aparezca Jazmín, interpretada por Danae Reynaud, a quien el director le reserva una deliciosa escena donde baila mambo con gracia y sensualidad natural.
Me imagino que Eimbcke trata de ser consecuente con esta historia tan sencilla. Seguramente la escogió por que podría desarrollarla de manera acorde a su contenido estilo personal. No me lo imagino filmando una película de acción o de narcotráfico.
La de Eimbcke es la escuela de los directores donde más es menos: Yasujirô Ozu, el japonés que jugaba con variaciones mínimas en las anécdotas de mas de 50 películas; François Truffaut, el francés que buscaba en la espontaneidad de sus actores el complemento para la creación de sus personajes y Aki Kaurismäki, el finlandés que disminuye las expresiones y encuentra lo humano en la comedia.
El estilo de filmación de Club Sándwich es casi estático. Con excepción de los planos submarinos, la cámara está firme en el piso. No se permite movimientos de ningún tipo. Tampoco se acerca demasiado a los actores. Los confronta mas bien, en muchas ocasiones, dejando que cada escena equivalga a un solo plano.
Según nos contaron las actrices y el director (para leer una reseña de la exhibición de la película en San Luis denle clik aquí) éste último les limitaba el acceso al guión, con la idea de que surgieran espontáneamente las emociones.
Tampoco hay que olvidar que la película es una comedia. El tono ligero obliga a eliminar cualquier exceso. Sólo al final el personaje de Paloma rondará sola por el hotel en un tono patético mas propio del melodrama, pero como el rompimiento es suave, jamás perderemos la oportunidad de sonreír en esta película ante algo que cualquiera podemos vivir.
Al igual que Paloma, Eimbcke deambula por pasajes poco visitados por el cine mexicano, mas tendiente a la exageración y al exabrupto, poco tendiente a sacar provecho de recursos estilísticos autolimitados. El director, además, está construyendo una obra de características constantes en lo temático y lo formal. Particularmente yo aprecio a este tipo de cineastas.

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