Este año que termina marca, desde mi punto de vista, un momento
importante en las valoraciones y en el uso que las salas de
exhibición, públicas y privadas, le dan a las películas de
reestreno.
En otro texto señalaré cuáles fueron a mi ver las mejores
experiencias de cine para volver a verse en las salas de San Luis
Potosí. Debo decir que todas tuvieron lugar en el circuito
comercial, es decir, en Cinemex y en Cinépolis.
Considero importante explicar que anteriormente el encuentro con las
películas viejas, cine clásico, reestrenos, o cómo se les quiera
llamar, estaba limitada a las salas públicas como la Cineteca
Alameda que, al pertenecer a la Secretaría de Cultura del Gobierno
del Estado de San Luis Potosí, tiene como misión “sensibilizar a
la sociedad en la apreciación de las artes cinematográficas y
facilitar su contacto con éstas” a través de sus actividades y de
la promoción de las mismas (para ver este documento, dar click
aquí).
Parte de la sensibilización a cualquier arte es el conocimiento de
la historia del mismo. En el caso del cine, los filmes que no
pertenecen a la actualidad son un tesoro incalculable de experiencias
profundas, trascendentales, divertidas e innovadoras. Quien conoce la
historia es capaz de establecer vínculos entre las películas
pasadas y presentes. Va armando una red de conocimientos que
incrementa el disfrute de lo que ocurre en pantalla.
Incluso los cineastas de nuestros tiempos recurren a los films
antiguos en busca de inspiración. Así lo hacen directores como
Martin Scorsese quién vio El hombre de la cámara (Chelovek's
kino-apparatom. Dziga Vertov. Unión Soviética. 1929) cuando filmaba
Buenos muchachos (Goodfellas.
Estados Unidos. 1990) y
se contagió de su energía cinemática (para
conocer
esta historia, dele click aquí).
Otro ejemplo: es
evidente que Paolo Sorrentino
dialoga con La dulce vida
(La dolce vita. Federico
Fellini. Italia y Francia.
1960)
cuando hace
La gran belleza (La
grande bellezza. Italia y Francia. 2013).
Ver cine viejo es (re) descubrir completo el universo de las imágenes
en movimiento.
Tradicionalmente las cinetecas,
filmotecas o cinematecas han sido un buen espacio para alimentar esa
cultura fílmica. François Truffaut rememora (en su libro El placer de la mirada) que,
cuando Henri Langlois se hizo cargo de la Cinemateca de Francia
decidió, en lugar de dejar que las películas ahí resguardadas se
pudrieran, exhibirlas a un público que resultó asiduo, entusiasta y
que en un momento
determinado tomó
acciones políticas contra la destitución de Langlois y también
cambió
la historia del cine, fundando lo que se llamó nueva ola francesa.
Hoy los tiempos son
distintos. Antes la única
manera de ver el vasto
arsenal del viejo cine eran las
cinetecas y los cineclubes, además de
los reestrenos de ciertas películas (exitosas a lo largo del tiempo)
en el circuito comercial o los pases fugaces por la televisión. Hace
unos años comenzaron a pulular las colecciones de video en
manos de particulares. Las
películas podían comprarse o, en el más desesperado de los casos,
pepenarse de la señal de televisión. Luego llegaron el dvd y el
bluray, que fueron incrementando la calidad de la imagen al grado de
que éste último tiene la misma que la proyección de la Cineteca
Alameda. Pero además hay opciones como Mubi que
permiten ver en línea o descargar películas de manera legal, y de
gran calidad.
Las salas cinematográficas tienen
una gran competencia. El mercado está pulverizado y todos los medios
participan en una competencia que a ratos resulta feroz. La Cineteca
Alameda no ha podido recuperarse de la vapuleada tecnológica que
implicó el tránsito a la exhibición digital. Ya he hablado de ello
en otras entradas que pueden ver aquí.
Para cumplir con su misión de
sensibilización en las artes cinematográficas es necesario recurrir
a la historia del cine. Supongo que eso está entendido a nivel
institucional y explicaría
la realización de un ciclo como el de Las 10 mejores
películas de todos los tiempos según Woody Allen, anteriormente
reseñado en este espacio. La Cineteca Alameda queda en una posición
muy díficil. La programación denota falta de imaginación y peor
aún de conocimiento de la historia del cine. Además no ofrece nada
a lo que el cinéfilo no pueda acceder en mejores condiciones, en su
propia casa o
a un costo menor.
Entonces: ¿deben
eliminar en Cineteca Alameda la proyección de cine clásico? Yo creo
que hay opciones. Entre ellas algunas que pueden aprovechar su propia
infraestructura. Por ejemplo, en Cineteca Nacional han programado un
ciclo sobre el director italiano Michelangelo Antonioni (aquí está
el programa completo). En sus
redes sociales, la Cineteca Nacional ha anunciado que en su mayoría
el material viene en 35 milímetros, es decir, en el mismo formato
que filmó Antonioni. Esta es una captura de la promoción en
Instagram:
Cineteca Alameda tiene un proyector
de 35 milímetros. Desde hace tiempo no he sabido que se haya
utilizado. Supongo que se le ha dado mantenimiento y se le conserva
en condiciones útiles. De no ser así se está cometiendo un acto
contra la cultura fílmica. Por
que la cultura del cine no
son sólo los films, es también la experiencia de ver películas.
Hoy por hoy, incluso en las
salas mejor equipadas, no se ha podido igualar la vivencia
de ver el cine en formato analógico. En la Cineteca Nacional lo
saben y han podido gestionar, con la
embajada de Italia, un ciclo que se antoja extraordinario para un
director nada convencional.
¿Por qué no repetir la
experiencia? Una posible explicación:
¿recuerdan
el espectacular que Gobierno del Estado puso frente al Centro de las
Artes San Luis Potosí Centenario con motivo del informe del
gobernador Fernando Toranzo? En él
se resaltaba la cantidad de personas atendidas en este lugar. Al
parecer la autoevaluación que hacen las autoridades estatales
(incluidas las de la cultura) sólo entiende de números. Lo que
cuenta para el burócrata es llenar una sala, por demás con un aforo
enorme.
Eso naturalmente no lo van a poder
hacer en la primera exhibición de una película de Antonioni. Hay
que formar a un público. Para eso se requieren varias cosas. La
primera sería una oferta constante. Voy a poner un ejemplo muy
sencillo: nadie comería pescado si no lo vendieran en el mercado o
en los restaurantes.
La oferta fílmica de la Cineteca Alameda
incluye pasar y volver a
pasar las películas que tienen más éxito como la
dupla Ninfomanía de
Lars Von Trier (Nymphomaniac: Vol. I, Nymphomaniac: Vol. I.
Dinamarca, Alemania, Bélgica, Reino Unido y Francia. 2014).
La cultura fílmica que se promueve es pasiva. La programación no
propone nada,
carece de chispa imaginativa.
La segunda cuestión a tomarse en
cuenta es la promoción. Y no me refiero a la página de internet o a
la prensa, me refiero al acercamiento del público con expertos que
puedan poner las películas en perspectiva. Cuando se ha tratado de
la exhibición de la ópera la Secretaría de Cultura si ha traído
incluso a expertos de otras latitudes.
En el caso del cine ni
siquiera un experto local ha dado una charla sobre un film arduo o
complejo, que clarifique su naturaleza y que estimule el gusto del
público.
Desde luego, si en
Cineteca Alameda no pueden
mantener actualizada su página de internet menos tienen la capacidad
de generar una publicación. Ya antes hubo un intento, la revista
digital Carrete, en la que tuve el gusto de colaborar. Tenía
defectos y no pasó
de una etapa incipiente, pero con los cambios en la dirección fue un
proyecto que quedó en el olvido.
Este año, en resumen, ha sido malo
en general para la Cineteca Alameda. A nivel de la promoción de la
cultura cinematográfica se está al borde del fracaso. Sus criterios
de programación denotan muchos defectos. Su promoción es ineficaz o
inexistente en más de un
sentido. Y bueno: no hablemos
de la política de precios por
que la
semana pasada me resultó más barato ver en Cinépolis Tiempos
violentos (Pulp Fiction. Quentin
Tarantino. Estados Unidos. 1994) que entrar a cualquier función de
la Cineteca Alameda.
Pero no quiero cerrar esta entrada
sin reconocer los logros de este año (visibles a los visitantes) del
que debería de ser el recinto más importante de la cultura
cinematográfica del estado de San Luis Potosí:
- Remodelación de la dulcería.
- Puertas de madera en los sanitarios (que sustituyeron a las cortinas instaladas hace muchos años).
- Alfombra que aún huele a nueva.
- Instalación de nuevos mingitorios.
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