Este es el segundo de tres textos que compartiré sobre la saga de La guerra de las galaxias
antes del estreno de la séptima entrega. Se trata de un intento de dimensionar su influencia en el cine actual.
Originalmente estas ideas estaban organizadas como un guión radiofónico para mi intervención en el especial del podcast Sonido Directo
del pasado 4 de mayo. Finalmente mucho se quedó en el tintero y por eso
me pareció prudente trabajar el texto y presentarlo por escrito.
El tono de mi última publicación podría parecer contradictorio con
el arranque de esta pero creo que La guerra de las galaxias
[Título original: Star Wars.
Dirección: George Lucas. País: Estados Unidos. Año: 1977] y
el conjunto de su saga es uno de los eventos más importantes del
cine hollywoodense en las últimas cuatro décadas.
Creo que esta influencia tiene que ver más con la mercadotecnia y el
uso de la tecnología en las películas, lo cual en el mejor de los
casos ha definido su forma narrativa, su puesta en escena y su
espacio sonoro, por mencionar sólo algunos aspectos. Vamos por
partes.
Uno de los factores que definieron el éxito de taquilla de Tiburón
[Jaws. Steven Spielberg. Estados
Unidos. 1975] y de La guerra de las galaxias en la
década de 1970 fue el uso de una estrategia de lanzamiento más
consciente de las técnicas de mercadeo.
Por una parte utilizaron la televisión para publicitarse como
escaparate, transmitiendo spots de 30 segundos promocionandoTiburón. Además su lanzamiento fue acompañado por la
comercialización de muchos productos con su marca. Los lectores más
veteranos recordarán los chocolates con la imagen del tiburón que
se vendían no sólo en los cines. Además había loncheras,
playeras, libros y un montón de cachivaches inútiles identificados
con la película.
La venta de los derechos de la película que su marca apareciera en
ese tipo de productos, con el paso del tiempo y en ciertos casos,
llegó a reportar tantas o más ganancias que los boletos vendidos en
taquilla como en el caso de La guerra de las galaxias:
en 1992 las mercancías relacionadas con Star Wars habían reportado
ingresos por 2 mil 600 millones de dólares. La
mercadotecnia hizo visibles a las películas más allá de las
pantallas de cine, volviéndolas un objeto consumible antes, durante
y después de la visita a la salas.
La estructura episódica de los
filmes sobre La guerra de las galaxias impuso
en gran medida la lógica de las franquicias. No era la primera ni
fue la única: hay más películas de James Bond que de Star Wars
pero ninguna película del agente secreto al servicio de Su Majestad
fue tan influyente en el esquema de negocios de la industria
hollywoodense ni marcó
estándares
de recaudación para los éxitos de taquilla del cine estadounidense.
En el aspecto técnico no se debe olvidar que el uso de la
computadora en la primera entrega
de la saga de George Lucas determinó la puesta en escena del
conjunto de las películas. Recordemos cómo aparece un Crucero
Imperial, filmado con gran angular y desde posición baja, pasando
“por arriba” de nosotros como espectadores, dejando claro con
ello las proporciones enormes de la nave imperial que persigue a otra
mucho más pequeña.
Comparémosla con las naves
espaciales de 2001: odisea del espacio
[2001: A Space Odyssey. Kubrick. Estados Unidos y Reino Unido. 1968].
Kubrick nunca utilizó este
tipo de perspectivas. Optó por una frontalidad muchas veces
simétrica que contribuye a cierto distanciamiento del público con
el relato. Además de la cuestión de estilo la tecnología
disponible en 1968 hizo particularmente ardua la filmación de los
modelos de las naves espaciales.
En 1977 George Lucas utilizó
computadoras para controlar los movimientos de cámara y de las naves
espaciales filmadas sobre una pantalla de color que se después se
borraba para agregar fondos. No era sencillo pero
permitía que la velocidad de
dos o más objetos y de los fondos se sincronizara para
mezclarse
de manera analógica en una
una sola imagen.
Lucas
no fue pionero en la dinamización de la cámara cinematográfica.
Los
antecedentes históricos de
este aspiración se encuentran en
la obra de cineastas de la época muda como Fritz Lang y Abel Gance.
Pero sin duda Lucas la llevó a otro nivel, a veces hasta un poco
ridículo como en las peleas de La guerra de las galaxias:
Episodio III - La venganza de los sith [Star
Wars: Episode III - Revenge of the Sith. Estados Unidos. 2005]. Pero
sin duda alguna ha sido influyente y nos explica la forma de mover la
cámara de los directores, fotógrafos y encargados de efectos
especiales de las adaptaciones de los cómics de Marvel al cine.
En
2002 la quinta entrega de la saga Star Wars:
Episodio II - El ataque de los clones [Star
Wars: Episode II - Attack of the Clones. George Lucas. Estados
Unidos] fue la primera película
proyectada globalmente en cines filmada en video de alta definición
digital, lo cual hoy es
práctica común. Además dio
pie a la última gran transformación tecnológica del cine: la
transición a la exhibición digital generalizada.
Para
terminar, un apunte a un aspecto fundamental del cine: el sonido. La
guerra de las galaxias fue una
de las primeras películas en usar el sistema Dolby para su
proyección. El cuidado con la mezcla, los efectos sonoros -
seductores y convincentes - y
la música envolvente de John Williams marcaron un parámetro de
calidad para el cine global.
Fue tal el empeño en la perfección de la imagen y el sonido que la
compañía de George Lucas generó una certificación para las salas
cinematográficas llamada THX que busca obtener ciertas condiciones
de proyección y escucha de las películas. Martin Scorsese lo dijo
muy bien: el sonido THX es maravilloso.
La
influencia del trabajo de George Lucas en La guerra de las
galaxias abarca aspectos económicos que nos ayudan a entender cómo y por qué
se hacen ahora las películas de cierta forma. Y los desarrollos
tecnológicos originados en el Rancho Skywalker incluyen pero van más
allá de los efectos especiales definiendo
una manera de experimentar las visitas al cine.
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